"El Desgarramiento del Velo"




Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; 
y la tierra tembló, y las rocas se partieron... (Mt. 27:51)



Durante los dos mil años de cristiandad, la teología occidental ha interpretado la muerte de Cristo como una dispensación de perdón y salvación eterna. En un mundo como el de hoy, donde la materialidad juega un papel sumamente importante en el desarrollo de nuestras vidas, es menester preguntarnos si la muerte de Cristo, como acontecimiento, tiene consecuencias "aquí y ahora", para nuestra existencia concreta. Filósofos cristianos como Kierkegaard y Gabriel Marcel han abordado este tema, pero sobre todo en el plano subjetivo de la realidad humana. Los teólogos de la liberación, desde hace más de cincuenta años hacen un gran aporte en esta materia también, combinando algunos elementos del marxismo, relevantes para la emancipación colonial que han promovido.

No obstante, la teología protestante latinoamericana, heredera de los movimientos espirituales provenientes de EE.UU con tintes conservadores, reaccionarios y pseudomísticos, ha dejado relegado el pensamiento crítico y reflexivo; ha supeditado la fe profunda a una fe superficial y/o artificial.

¿Hay algún rasgo de la Crucifixión que podamos rescatar para nuestra intersubjetividad hoy? La primer consecuencia material de la muerte de Cristo es la rasgadura del velo del Templo, y la ruptura de las rocas. El "velo" del Templo significaba el límite entre lo accesible y lo no accesible, entre el privilegio del Sumo sacerdote de poder entrar a Lugar Santísimo una vez por año y la imposibilidad del resto del pueblo judío de poder ingresar allí. El Desgarramiento del Velo simboliza la destrucción de la existencia de lo inaccesible en tanto privilegio. Uno de los posibles mensajes de la Cruz es que ya no hay mediadores empoderados a los cuales nos tengamos que someter para acceder al plano espiritual. 

Este Desgarramiento implica una destrucción de la metafísica, entendida esta como la división del mundo en dos planos, uno Real y otro Aparente. Lo Real ya no está "más allá de la física" sino que es una unidad entre conciencia y mundo, tal como lo plantean los fenomenólogos a partir de Husserl.
En materia de intersubjetividad, el Desgarramiento del Velo, vacía de poder a los mediadores que han dominado el mundo occidental: griegos, romanos, cristianos, burguesía. La posibilidad del fin de la dominación surge cuando se rasga el velo en tanto se destruyen los privilegios y los oficios privilegiados ya no son necesarios: "Ya no más Sumo sacerdote del cual depender, todos somos sacerdotes" es uno de los mensajes del cristianismo primitivo, que indudablemente fue dejado de lado por aquellos que no querían perder sus privilegios.

Cristo, en la Cruz, rasgando el velo, termina con la dominación de los hombres sobre los hombres, con la consecuencia inmediata del pecado, que se vislumbra en el relato de Caín y Abel: El mayor matando al menor. Ya no hay mayor ni menor, porque ya no hay velo que empodere y legitime la existencia de un mayor. La civilización occidental, que  alega ser "cristiana", no se  ha construido sobre esta concepción de la Cruz, por lo contrario, se ha construido sobre la dominación del mayor sobre el menor. Y así como  la sangre de Abel clama desde la tierra en el libro de Génesis, el relato de los oprimidos de occidente sigue clamando y re-clamando a occidente justicia: mujeres, negros, presos, enfermos, pobres, homosexuales y muchos otros.

La guerra en Siria, la opresión del pueblo palestino, la desestabilización de las instituciones democráticas en América Latina, los conflictos en Oriente Medio, la explotación obrera del mundo capitalista, son, síntomas de un occidente enfermo que sigue luchando por ser el "mayor", por "dominar". Los poderosos de esta tierra siguen tratando de reparar el velo que Cristo  rasgó hace  dos mil años. Aunque en nombre de Cristo se han (y se siguen) cometido actos de exclusión y barbarie, Él dejó su mensaje claro: "Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad son llamados bienhechores; mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve..."

Adrian Aranda

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