Adrian Aranda

Cualquiera que trabaje para la perpetuación del mundo tal como hoy nos rodea, aun en nombre de la filosofía, debe ser considerado un adversario.  Alain Badiou Ayer 26 de abril Jair Bolsonaro, actual presidente de Brasil, anunció su intención de bajar la inversión en las carreras de Filosofía y Sociología para volcar más recursos en carreras que tengan un retorno más inmediato al contribuyente. Ante esto es necesario reflexionar y pensar cual es el lugar y función de los saberes críticos en una sociedad.  Vivimos en tiempos en que la tesis de Freud de que el “yo” se disuelve en la masa nos es tan cercano que se nos hace muy difícil cuestionarlo. Nos encontramos tan sumergidos en y absorbidos por una totalidad cerrada que incluso hacemos alardes de nuestra libertad, cuando no somos más que prisioneros de los aparatos ideológicos que producen la oferta de los modos-de-ser que se imponen ante nosotros, haciéndonos creer que “posibilidad de elección restringida” equivale a “li

En nuestros tiempos, la pregunta que acuciaba a Adorno & Horkheimer debe volver a ponerse sobre la mesa: "por qué la humanidad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano, se hunde en un nuevo género de barbarie"( Dialéctica de la Ilustración, p.51) . El género de barbarie que enfrentamos hoy en esencia no ha cambiado con respecto al totalitarismo que denunciaban Adorno & Horkheimer. Su premisa fundamental es La negación del Otro en tanto Otro. La incapacidad del ser humano de convivir con la alteridad sigue siendo un problema que atrae todo tipo de manifestaciones de violencia, nuestra especie está deviniendo en un estado de incapacidad de presentar nuestras razones al Otro mediante el habla, una incapacidad para el diálogo. Las opiniones y perspectivas del Otro en tanto que son diferentes deben ser aniquiladas a cualquier precio, sea este la difamación, la violencia verbal o la violencia física. Vivimos tiempos en que la situación espiritual del ser h

El "desencantamiento del mundo" del que hablaba Max Weber a principios del siglo pasado, provocó en el cristianismo una pérdida de autoridad cultural y social que se propagó fuertemente por Occidente hasta la década de los ochenta. Durante décadas el espíritu de la Ilustración osó del poder que había logrado quitándole al cristianismo su poder mítico y simbólico. La posibilidad de fundamentar una moral universal; el creacionismo; el relato adámico y la "caída" del hombre; las monarquías y las dinastías, perdieron su vigor y cobraron  fuerza sus opuestos: la moral como interpretación y construcción cultural; el evolucionismo; el hombre ilustrado y racional, y las repúblicas y las democracias. Fueron décadas para el cristianismo, y ahora me refiero específicamente al movimiento neopentecostal que remonta su origen al "Avivamiento de la calle Azusa" (1906), de degradación y de escarnecimiento. El cristiano evangélico representaba algo así como un tonto igno